Mirko Lauer.
Aunque el clima político aquí no está muy radical, la llegada del profesor estadounidense Noam Chomsky a Lima esta noche es un acontecimiento. Hay dos conferencias masivas programadas (PUCP y UNMSM), y con todas las entradas agotadas, que se retransmitirán a grandes pantallas en otros espacios. Chomsky viene de Chile, donde ya ha estado una vez antes, y de Lima pasará a Quito y Caracas.
En una encuesta conjunta a los lectores de las revistas Prospect (Londres) y Foreign Policy (Washington) Chomsky fue considerado el intelectual público más importante hoy (Hernando de Soto N°13, Mario Vargas Llosa N°56). En efecto por momentos este lingüista octogenario da la impresión de estar sosteniendo él solo la bandera del radicalismo político occidental.
Chomsky revolucionó la lingüística y se estableció como intelectual de primer orden con su libro Sintactic Structures, de mediados de los años 50, con el cual se inicia la gramática transformacional. Quizás su idea más conocida de aquella etapa es el planteamiento de que la estructura del lenguaje equivale a la estructura del pensamiento.
Una vez consolidado su prestigio como lingüista, Chomsky empezó a dedicar cada vez más tiempo a la crítica política. Más de un par de docenas de libros lo ha establecido como el principal cuestionador del orden establecido en su país, y ahora último como uno de los demoledores de la argumentación en que se basa la política exterior de George Bush.
Manufacturing Consent, un texto sobre la manipulación del ciudadano desde los medios, escrito a medias con Edward S. Herman, sigue siendo el libro de referencia para el pensamiento de Chomsky.
Pero el libro que ha deslumbrado a Hugo Chávez (a quien verá al final de esta gira por la zona andina, a pesar de que en su entusiasmo el presidente venezolano Chávez lo declaró muerto) es, comprensiblemente, Hegemonía o supervivencia. Estados Unidos en pos del dominio mundial (el proyecto de un imperio estadounidense).
Contra lo que podría parecerle a un intelecto no entrenado en esos asuntos, Chomsky no es propiamente hablando un izquierdista, sino una suerte de cartesiano radical, convencido de que los discursos políticos actuales no resisten un examen realmente científico. Que es el tipo de análisis que realiza en sus exitosos libros.
Chomsky sigue dedicado a su cátedra en MIT, Boston, pero su prominencia mundial lo lleva cada vez más a recorrer el mundo. Sus muy tempranas críticas a la guerra de Vietnam lo instalaron como un analista político eficaz, y el desarrollo de la carnicería en Irak está confirmando las denuncias que hizo Chomsky desde el primer momento.
Fuente: Diario La República
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