Pontificia Universidad Católica del Perú
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La subjetividad, en
términos del lenguaje, puede ser entendida como un fenómeno de percepción, es decir,
un conjunto de actitudes que el hablante de una lengua proyecta sobre
determinados hechos lingüísticos, sean estos propios o ajenos. Como afirma
Caravedo, los hablantes que comparten un espacio común tienen un conjunto de
usos o hábitos lingüísticos más o menos homogéneos donde existe una aceptación
tácita de los mismos. En otras palabras, no se valoran de forma positiva o
negativa. Un ejemplo de este tipo vendría a ser el caso del seseo en Hispanoamérica en la que la
proyección de los hablantes podría ser considerada neutral. La evaluación
negativa solo podría darse en el caso de hablantes con modalidades diferentes,
como en el caso de la castellana no seseante
(2005: 19). A este tipo de valoraciones se les denomina indirectas.
En el caso de las
valoraciones de carácter directo,
estas se presentan cuando se percibe un rasgo determinado de una modalidad
global y luego los hablantes proyectan sus valoraciones. Caravedo (2005:19)
propone que en este tipo de valoración debe hacerse una diferencia entre la
autoevaluación o reconocimiento (como en el caso de la distinción entre /s/ y
/θ/ por parte de los hablantes de castellano central) y la evaluación de
modalidades diferentes a la propia. Sin duda ambos tipos de proyecciones de los
hablantes pueden influir en la dirección de la variación de la lengua.
En función de los
aspectos vinculados con la subjetividad que hemos detallado, presentaremos un
conjunto de factores lingüísticos relacionados con ella para finalmente ver
cómo influyen en el contacto lingüístico.
1. Subjetividad y norma
En
el terreno de la lingüística, se emplean conceptos como lengua estándar, lengua
vulgar, norma culta, nivel estándar,
nivel subestándar, etc., para referirse a modalidades que se aproximan o se
alejan de la norma. Es así que aquello más cercano a la norma es considerado
como culto, mientras que aquello que
mantiene distancia de la norma se va configurando como vulgar o menos culta. Sin duda, estos términos son proyección de
las percepciones realizadas por hablantes sobre determinadas modalidades de
habla. Esta idea se afianza cuando existen academias de la lengua que, entre
otros propósitos, aspiran a la fijación o unificación de la norma (sino
recordemos la ya gastada frase de la Real Academia de la Lengua Española:
«limpia, fija y da esplendor»). Aunque no estemos de acuerdo con las
actividades de estas instituciones[1], ya que contravienen la
naturaleza propia del lenguaje (su historicidad y evolución), creemos que es
necesario llamar la atención sobre las diversas consecuencias que esto acarrea
en relación con los fenómenos de variación lingüística.
2. Subjetividad y hechos linguisticos
Como
hemos mencionado al iniciar nuestra presentación, la subjetividad y la
percepción puede vincularse con los hechos lingüísticos. Esto se manifiesta
cuando los hablantes proyectan sus percepciones sobre fenómenos linguisticos
propios o ajenos, es decir, configuran un conjunto de valoraciones positivas o
negativas de carácter múltiple. Por poner algunos ejemplos, ciertos hablantes
de castellano andino se jactan de su pronunciación de /ʎ/ frente al imperante
yeísmo costeño diciendo que “así no es”, “así no se dice” etc. También se
presenta el caso en que hablantes de modalidades ajenas al castellano andino
manifiestan su prejuicio sobre el fenómeno de la motosidad[2]. Como vemos en estos
ejemplos, los hablantes toman su modalidad como instrumento de valoración de
otras modalidades y van configurando lo que se conoce como prejuicios lingüísticos, los cuales detallaremos más adelante.
3. Subjetividad y gramáticas
Así
como los hablantes proyectan sus valoraciones sobre hechos lingüísticos, los
gramáticos, es decir, los que elaboran gramáticas, también se ven influidos por
fenómenos de percepción. Muchas gramáticas elaboradas por hablantes de la
propia lengua que describen, hacen explícitas sus consideraciones sobre
estructuras lingüísticas en función de la norma, sus propias convicciones o, en
algunos casos, sus lineamientos teóricos. Un ejemplo que puede clarificar esta
idea sería la siguiente caracterización de Alonso y Henríquez Ureña para
referirse al fenómeno de los dativos de interés, donde consideran que estos
expresan “la acción poniendo el sujeto toda su alma y afianzando su
personalidad” (1953: 106). Sin duda se trata de una caracterización donde la
subjetividad y percepción se manifiestan claramente y en la que se pierde la
capacidad explicativa del fenómeno en cuestión.
4. Subjetividad, higiene verbal, mitos y prejuicios
linguisticos
De
acuerdo con Cameron (1995) los hablantes manifiestan sus apreciaciones sobre
los usos lingüísticos de otros hablantes en términos positivos o negativos a
los que denomina higiene verbal. Este
término abarca también lo que los lingüistas conocemos como prescriptivismo y donde, sin duda,
también se presenta el fenómeno de la subjetividad tal como lo hemos descrito
anteriormente.
Otros
términos que describen fenómenos de percepción y subjetividad en relación con
hechos linguisticos son los llamados prejuicios
linguisticos, como el caso de la motosidad, y los mitos lingüísticos, como la consideración de que “el francés es una
lengua lógica”, “las mujeres hablan mucho más”, “algunas lenguas son más
difíciles que otras”, o que “los doble negativos son ilógicos” (Cfr. Bauer y
Trudgill 1998).
Conclusión
A
modo de conclusión, el contacto de lenguas, como fenómeno lingüístico no está
exento de los factores que hemos detallado anteriormente. En situaciones de
contacto, los hablantes de una lengua transmiten sus propias valoraciones a los
de otra lengua y viceversa. En algunos casos, las valoraciones positivas o
negativas de determinadas variedades inmersas en el contacto van consolidando
ciertas estructuras lingüísticas o finalmente, estableciendo relaciones
diferenciales, incluso entre hablantes de una misma lengua. Es obvio que el
estudio de la situación de contacto en estos términos complicaría la tarea del
lingüista en el sentido de que las valoraciones de los hablantes sobre sus
modalidades de habla deberían formar parte de la descripción gramatical.
Bibliografía
ALONSO, Amado y
Alonso HENRÍQUEZ UREÑA
1953 Gramática
castellana. Buenos Aires: Editorial Losada.
BAUER, Laurie y
Peter TRUDGILL
1998 Language
myths. London: Penguin.
CAMERON, Deborah
1995 Verbal
Hygiene. New York, London: Routledge.
CARAVEDO, Rocío
2005 “La
realidad subjetiva en el estudio del español de América”. En VOLKER, Noll, Klaus ZIMMERMANN e INGRID
NEUMANN –HOLZSCHUH (eds.). El español en
América. Aspectos teóricos, particulares, contactos. Madrid: Vervuert,
pp.17-32.
CERRÓN-PALOMINO,
Rodolfo
2003 Castellano andino. Aspectos
sociolingüísticos, pedagógicos y gramaticales. Lima: Pontificia Universidad
Católica del Perú/GTZ.
PÉREZ, Jorge, Jorge ACURIO y Raúl BENDEZÚ
2008 Contra el prejuicio lingüístico de la
motosidad. Un estudio de las vocales del castellano andino desde la fonética
acústica. Lima: Instituto Riva Agüero, Pontificia Universidad Católica del
Perú.
[1] Sin duda esto también caería dentro
del fenómeno de percepción y subjetividad.
[2] De acuerdo con Pérez, Acurio y
Bendezú (2008) la motosidad puede ser entendida como “el prejuicio lingüístico
según el cual los hablantes de castellano andino, especialmente los bilingües,
pronuncian la i como e y la e como i, y también la u como o y la o como u”.
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